Mossad: La historia secreta de Gordon Thomas. (Las referencias a PRISM, Múnich y México)

Recientemente, acabo de terminar de leer:

Thomas, Gordon (2001). Mossad. La historia secreta. Ediciones B Argentina, 3ª edición, España.

Es un libro de periodismo de investigación, que cuenta con pasajes de la historia relacionados directa o indirectamente con la agencia de inteligencia o servicio secreto de Israel, es decir, el Mossad.

El libro es fácil y agradable de leer, y cuenta con pasajes muy interesantes, sin embargo, a mí parecer no cuenta con un orden cronológico y muchas veces pierde el hilo de la historia entre los capítulos. Sin embargo, me gustaría comentar algunos pasajes del libro que llamaron mí atención.

1. Tráfico de armas con garantía del gobierno (pág. 226):

“Khashoggi cerró un trato precursor de lo que vendría. Encabezó un consorcio que indemnizaría a Estados Unidos si Irán no cumplía sus obligaciones y que protegería igualmente a Irán si las armas no eran aceptables según las especificaciones. Por estas garantías, el consorcio recibiría un diez por ciento en efectivo, en moneda norteamericana, por la venta total de armas. A cambio, actuaría también como parachoques para asegurar una inmunidad razonable a los Gobiernos de Estados Unidos e Irán si algo salía mal. Todo el mundo entendió que el consorcio trabajaría fuera del control político y estaría motivado exclusivamente por el interés económico.”

Dicho consorcio estaba formado por:

“Estaba Adnan Khashoggi, un millonario saudí del petróleo con el hábito de comer caviar a espuertas y buen ojo para las chicas de portada; Manacher Thorbanifer, un ex agente del conocido SAVAK, servicio secreto del sha, que todavía se comportaba como un espía y programaba encuentros en plena noche. También participaba el igualmente misterioso Yakov Nimrodi, que había dirigido agentes de Aman y había sido agregado militar de la embajada israelí en Teherán durante el reinado del sha. Siempre invariablemente acompañado de Al Schwimmer, el silencioso fundador de las Industrias Aéreas Israelíes.”

Este es un ejemplo de cómo un grupo de personas con contactos, puede garantizar disputas internacionales, para que vean como se manejan los intereses internacionales bajo del agua.

2. En 1981, ya existía un programa de vigilancia como el PRISM (pág. 285):

Se iniciaba una era en la que la revolución de las comunicaciones electrónicas, los satélites y los microcircuitos iba a cambiar la cara del espionaje: códigos más rápidos y seguros y mejores imágenes llegaban por ordenador a velocidad creciente. Los aparatos se volvieron más pequeños y rápidos; sensores más sofisticados eran capaces de separar miles de conversaciones; el análisis del espectro fotográfico distinguía, entre millones de puntos, sólo aquellos que interesaban; los microchips hacían posible oír un suspiro a metros de distancia; las lentes infrarrojas permitían ver en medio de la noche.

Los cables de fibra óptica de una nueva sociedad habían contribuido a la eficacia operativa: reunir y relacionar datos a una escala que superaba la capacidad humana constituía una herramienta poderosa en la búsqueda de patrones de acción y modus operandi de los terroristas. Se había empezado a trabajar en el análisis y comparación, facial por ordenador, que revolucionaría el sistema de identificación de una persona a partir de una foto. Basado en cuarenta y nueve características, cada de una de ellas clasificada del 1 al 4, el sistema podía tomar quince millones de decisiones binarias sí/no por segundo. En las búsquedas simultáneas esta cifra alcanzaba los cuarenta millones. Los ordenadores eran de menor tamaño, pero capaces de guardar en la memoria el equivalente a la información de un libro de quinientas páginas.

Cuando todavía trabajaba para la ANS, Hamilton vio una salida para este mercado en expansión; crearía un programa para conectarse con las bases de datos de otros sistemas informáticos. Su aplicación en el mundo de la inteligencia significaría que el dueño del programa podría interferir muchos otros sistemas sin que sus usuarios lo supieran.

Al cabo de tres años, Hamilton estaba cerca de presentar la última herramienta de vigilancia: un programa que podía rastrear los movimientos de un incontable número de personas, en cualquier parte del mundo. La advertencia de Reagan a los terroristas, «pueden correr, pero no pueden ocultarse», estaba a punto de hacerse realidad.

Hamilton dejó la ANS y compró una pequeña compañía llamada Inslaw. La empresa se dedicaba oficialmente a revisar los antecedentes de los litigantes, los testigos, sus familias e incluso de sus abogados, de cualquier persona involucrada en una acción legal. Hamilton dio al sistema el nombre de Promis. Hacia 1981, lo había perfeccionado hasta el punto de patentar el programa y convertir a Inslaw en una pequeña empresa rentable. El futuro era prometedor.

Las razones para esto no están muy claras. Hamilton ya había demostrado al Departamento de Justicia que el programa Promis servía a sus fines: inmiscuirse electrónicamente en la vida de la gente de una manera antes imposible. Para Justicia y su brazo de investigación, el FBI, Promis constituía un medio poderoso de luchar contra el blanqueo de dinero de la mafia y otras actividades criminales. De la noche a la mañana, podía también revolucionar la lucha de la DEA contra los capos colombianos de la droga. Para la CÍA, Promis podía convertirse en un arma tan efectiva como un satélite espía. Las posibilidades parecían infinitas.

Funcionamiento (página 293):

“Los operadores de inteligencia, sin otros conocimientos de tecnología informática que los que les permitían saber qué teclas usar, estarían capacitados para acceder a información y a juicios mucho más amplios que los que tenían en mente. Un disco Promis compatible con un ordenador elegiría, entre miles de alternativas, la más adecuada. Eliminaría la necesidad del razonamiento deductivo, porque existían demasiadas variantes correctas pero irrelevantes para ser tenidas en cuenta simultáneamente con el único auxilio del razonamiento humano. Promis podía programarse para eliminar todas las líneas de investigación superfluas y para recabar y relacionar datos a una velocidad y una escala que rebasaban la capacidad humana.”

3. Porqué Salameh, al frente del atentado terrorista en los Juegos Olímpicos Múnich 1971, era protegido por la CIA (para un mejor entendimiento de este apartado se recomienda ver la película Múnich de Steven Spielberg), págs. 405-407:

Ali Hassan Salameh, era el mismo Príncipe Rojo, líder del grupo Septiembre Negro, que había planeado la masacre de los atletas israelíes en Munich y la muerte del embajador norteamericano en Jartum.

“Bill Buckley, que luego murió a manos de los terroristas en Beirut cuando era jefe del destacamento de la CÍA, declararía que «Salameh jugó un papel importante para que corazones y mentes de Estados Unidos se pusieran a favor de la OLP. Era carismático y persuasivo y sabía cuándo discutir y cuándo callar. Y en términos de espionaje, era un informador de primera».

Un ejemplo temprano lo dio Salameh cuando advirtió a la CÍA de un complot orquestado por Irán para derribar el avión de Kissinger cuando volara a Beirut en el curso de sus mediaciones de paz. Luego, Salameh cerró un trato para que la OLP escoltara a doscientos sesenta y tres extranjeros fuera del Líbano, en el momento más crucial de la guerra civil. Poco después, el Príncipe Rojo advirtió a la CÍA sobre un intento de asesinar al embajador norteamericano en el Líbano.

Luego, en otra reunión con la CÍA, firmó una garantía de «no asesinato» para todos los diplomáticos estadounidenses en el Líbano. En Beirut, la broma más repetida era: «Es bueno vivir en el mismo edificio que los diplomáticos norteamericanos porque la seguridad de la OLP es óptima».

Yitzhak Hofi, entonces cabeza del Mossad, había urgido a la CÍA a romper sus relaciones con el Príncipe Rojo. La petición fue ignorada. En los cuarteles de la CÍA en Langley, Salameh era conocido como «el mal tipo que se volvió bueno para nosotros». Siguió proporcionando información secreta que mantenía a la CÍA completamente al día sobre Oriente Medio y se había convertido en su baza más importante dentro de la región. Cuando finalmente fue asesinado, la CÍA se enfureció y sus relaciones con el Mossad se enfriaron durante un tiempo considerable.”

Un ejemplo más, de cómo los enemigos de unos países (terroristas y narcotraficantes) sirven a los intereses de otros.

4. Finalmente, una muerte en México (págs. 462-463):

En Londres, Nir actuaba como representante europeo de una compañía exportadora de aguacates, la Nucal de México, con domicilio en Uruapán. La compañía controlaba un tercio de la exportación total de aguacates del país.

Pero no fueron los aguacates los que llevaron a Ben Menashe hasta la puerta de Nir, una lluviosa noche de noviembre de 1988. Quería saber exactamente qué iba a revelar Nir cuando fuera llamado como testigo principal en el juicio contra Oliver North por el escándalo Irán-contra. Nir le dejó claro que su testimonio iba a ser muy comprometedor, no sólo para la Administración Reagan sino también para Israel. Intentaba demostrar lo fácil que había sido burlar todos los controles para llevar a cabo operaciones ilegales en las que estaban involucrados países como Sudáfrica y Chile. Añadió que estaba planeando escribir un libro que lo convertiría en el soplón más grande de la historia de Israel.

El 27 de noviembre de 1988, Nir y Stanton viajaron juntos a Madrid con nombres falsos. Nir se hacía llamar Patrick Weber, la identidad que había utilizado en su desgraciado viaje a Teherán. Stanton figuraba en la lista de pasajeros de Iberia como Esther Arriya. Por qué habían elegido alias para los pasajes cuando ambos viajaban con sus auténticos pasaportes, canadiense e israelí, nunca tendría explicación. Otro misterio era el porqué de una escala previa en Madrid, cuando había muchos vuelos directos a Ciudad de México.

Llegaron a Ciudad de México el 28 de noviembre. Un hombre no identificado esperaba en el aeropuerto. Los tres viajaron hacia Uruapán y llegaron a las tres de la tarde. Nir contrató un Cessna T-210 en el pequeño aeropuerto de Uruapán.

Una vez más, Nir se comportó de un modo incomprensible. Alquiló el avión a nombre de Patrick Weber usando una tarjeta de crédito con esa firma. Contrató a un piloto para que, al cabo de dos días, los llevara hasta la planta de procesamiento de la Nucal. En el hotel de la localidad donde compartieron habitación, Nir se registró con su propio nombre. El hombre que los había acompañado desde México desapareció tan misteriosamente como había llegado.

El 30 de noviembre, Nir y Stanton se presentaron en el pequeño aeropuerto de Uruapán con otro hombre. En el registro de vuelo figuraba como Pedro Espinoza Huntado. Para quién trabajaba sigue siendo un misterio. Otro más sería el motivo por el que Nir y Stanton usaron sus identidades reales. Si el piloto notó la diferencia con el nombre que Nir había usado para alquilar el Cessna, no hizo comentarios.

El avión partió con buenas condiciones de vuelo. A bordo iban el piloto, el copiloto y los tres pasajeros. Después de ciento cincuenta kilómetros de vuelo falló el motor y el Cessna se estrelló. Murieron el piloto y Nir. Stanton resultó gravemente herida y el copiloto y Huntado, un poco maltrechos. Cuando el primer socorrista, Pedro Cruchet, llegó al lugar del accidente, Huntado se había esfumado. Cómo Cruchet fue el primero en llegar es otra vuelta de la historia.

Afirmó trabajar para la Nucal, pero la planta de la compañía quedaba a considerable distancia. No podía explicar por qué se encontraba tan cerca del lugar del accidente. Cuando la policía le pidió que probara su identidad, alegó que había perdido su documentación en una corrida de toros. Resultó que Cruchet era un argentino que vivía ilegalmente en México. Cuando se descubrió, también había desaparecido. En el lugar del siniestro, Cruchet había recuperado e identificado el cuerpo.

Me llama la atención la relación de Uruapan, que se encuentra en el Estado de Michoacán, donde existe el conflicto entre los autodefensas y los narcotraficantes, además del problema de las drogas, el secuestro, la explotación humana y la inseguridad en la región por los narcos, se habla del control del aguacate y las minas, en este relato de menciona una empresa con sede en el extranjero, que controla el 30% de la producción de aguacate en México, y muere quien tiene que morir del típico avionetazo (un accidente muy común de gente importante e indeseable para los intereses de otros en México), qué coincidencia este conjunto de hechos, no les parece?

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