La crisis cambiaras en Argentina 1975-2014

A finales de enero, Argentina atravesó por una crisis cambiaria, yo no escribí nada al respecto, porque para mí, fue una reacción normal y esperada al quitar las restricciones cambiarias, en cambio, varios medios y "expertos", argumentaban que lo que estaba pasando en Argentina era una señal o un reflejo de lo que se avecina en América Latina, un nueva crisis económica.

Dado que para mí, esos argumentos de los inversores (especuladores), algunos medios de información y esos "expertos", nada tenían que ver con la realidad de Latinoamérica. Hoy dedico el post al tema, de que pasó recientemente, y al final, les dejo un artículo escrito por un argentino sobre la historia de las crisis cambiarias en su país.

Hechos:
  • Lo que pase en Argentina afecta a la región de América Latina y el Caribe? Si.
  • Su efecto dominó puede ser como el efecto tequila (México, 1994), samba (Brasil, 1999) o tango (Argentina, 2001) de las crisis pasadas? No, dado que la economía Argentina ya lleva muchos años de crisis, el impacto económico negativo del país sobre la región, ha disminuido.
  • Argentina es un caso a parte, como el de Japón, una crisis económica, derivada en una recesión mayor de 10 años.
  • Aunque las economías de América Latina, han mostrado un mejor comportamiento durante la actual crisis económica, sus monedas, así como, sus economías, siguen siendo vulnerables, por tanto, independientemente de lo que suceda, dichos gobiernos y sus políticas económicas deben de ser cautelosas y considerar los riesgos externos y lo que se viene (una posible segunda crisis económica mundial o segundo impacto).
El ‘tango’ argentino de la crisis:

El banco central de Argentina abandonó el jueves el estrecho control que ejerce sobre la cotización del peso y decidió permitir que su valor fuera determinado por las leyes de la oferta y la demanda:

El jueves pasado tuvo su peor desplome en más de una década, al llegar a un piso de 8 unidades por dólar.

En el mercado informal, el peso argentino se ha depreciado 25% en el año, al pasar de 10.04 unidades por dólar en la última sesión de 2013 a 12.55 este martes.

Ante esta situación, el Gobierno de Cristina Fernández levantó una restricción cambiaria para permitir que los argentinos compren una cantidad limitada de 2,000 dólares, dependiendo de los ingresos declarados y con el pago de una tasa impositiva, que también fue rebajada.

La restricción a la compra de dólares fue establecida en 2011, y se endureció progresivamente hasta el punto en que sólo los argentinos que demostraran que iban a viajar al exterior podían obtener la divisa en efectivo, previa autorización del fisco. En julio de 2012 se prohibió la compra de la divisa verde para el ahorro.

"El manejo macro de Argentina es totalmente errado, realmente de muy mala calidad (...) Tienen un régimen de cambio dual, no han podido crear un mercado cambiario libre, tipo de cambio flexible. Es un Gobierno muy intervencionista, quiere fijar los precios, de la moneda,  eso termina en crisis, en ajustes (...) y quien termina perdiendo es el país, pues se genera una crisis de balanza de pagos", dijo el investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Raúl Feliz.

Para que Argentina inicie una fase de recuperación sostenida y no caiga en continuas devaluaciones, el Gobierno tiene que "moverse a un tipo de cambio más realista, más competitivo; tienen que hacer reformas estructurales", sobre todo en el sector industrial y en el campo, apuntó el investigador Raúl Feliz.

Aunque el Gobierno no ha dado señales de más cambios profundos en sus políticas. En la primera mención que hizo la presidenta Cristina Fernández de la crisis cambiaria señaló a los bancos como los culpables por la devaluación.

Otros efectos: El derrumbe del peso argentino genera preocupación sobre una crisis cambiaria.

Argentina sufre una escasez de dólares. Las reservas del banco central cayeron a US$29.000 millones a comienzos de año comparadas con US$52.000 millones en 2011. En los últimos días, el banco central ha estado gastando cerca de US$100 millones al día en su esfuerzo por defender el peso.

El peso fue una de las monedas de los mercados emergentes que se vieron vapuleadas el jueves, después de que la debilidad de los últimos indicadores económicos de China intensificaran las dudas acerca de la capacidad de las economías en desarrollo para salir bien parados del fin de las políticas expansivas de crédito, impuestas por los principales bancos centrales del mundo.

En el caso de Argentina, uno de los mayores exportadores de soya del mundo, la caída del peso sirve como una señal de advertencia de que las condiciones han cambiado drásticamente tras el fin del ciclo de auge en los precios de las materias primas de la última década. Ese cambio es particularmente peligroso para algunos países latinoamericanos como Argentina y Venezuela que aprovecharon el auge de los commodities para embarcarse en una ola de compras, permitiendo un alza de la inflación y adoptando políticas económicas poco ortodoxas como controles cambiarios, dicen expertos.

Venezuela, que depende del petróleo para generar 95% de sus ingresos en dólares, también realizó el miércoles una devaluación parcial del bolívar. El gobierno indicó que los venezolanos que quieren obtener dólares para viajar al extranjero, hacer compras en Internet, adquirir pasajes aéreos y recibir remesas del exterior podrán participar en un nuevo sistema de subasta que recientemente vendió dólares a 11,36 bolívares versus la tasa de cambio oficial de 6,3 por dólar.

Incluso las monedas de economías latinoamericanas consideradas más sólidas y estables cayeron el jueves. El real se depreció 1,3% para quedar en 2,4 unidades por dólar ante las preocupaciones de que los problemas de Argentina puedan perjudicar a la ya debilitada economía brasileña. Argentina es el tercer socio comercial de Brasil. A su vez, el peso chileno cedió 1,2% y se ubicó en 549 unidades por dólar.

El debilitamiento del peso ayuda a los exportadores, pero puede provocar presiones inflacionarias al encarecer los bienes importados y reducir el poder adquisitivo de los argentinos. Antes de las sacudidas de esta semana en los mercados, la mayoría de los economistas preveía un crecimiento de la economía de 1,7% este año, según una encuesta realizada por FocusEconomics.

La recurrente historia de las crisis cambiarias en Argentina por Alejandro Rebossio:

La sucesión de debacles en 1975-1976, 1981, 1989-1990 y 2001-2002:

Antes de la crisis del Rodrigazo de 1975, Argentina ya había sufrido otras. Pero nunca una hiperinflación (más de 50% de inflación en un mes). Aquel año, el ministro de Economía del Gobierno de Isabel Perón (1974-1976), Celestino Rodrigo, devaluó la moneda con el argumento de recuperar la competitividad de la producción argentina, es decir, para bajar los costes. Rodrigo anunció entonces de un día para el otro que la cotización del dólar subía más del 150%, el combustible se encarecía un 180% y la media de los servicios públicos y el transporte, el 100%, mientras que los salarios, solo el 80%. El llamado Rodrigazo fue respondido con la primera huelga general contra un Gobierno peronista. Finalmente, los sindicatos consiguieron un aumento del 180%, similar a la inflación anual del 183%.

En 1976, el primer año de la dictadura de Jorge Videla, la inflación llegó al 444%, y en todo el régimen - hasta 1983 - nunca bajó del 100% anual. En aquellos años de liberalización financiera en Argentina, el dólar se transformó en la moneda para el ahorro y las transacciones inmobiliarias, dos usos que aún persisten en buena parte de la población, con excepciones como la porción que permanece en situación de pobreza. Hasta 1974, solo el 4,2% de los hogares argentinos vivía en la pobreza, pero en 1980 ya eran el 6,1%.

La siguiente crisis tuvo lugar en 1981. Durante la dictadura de Videla, con José Alfredo Martínez de Hoz como ministro de Economía, Argentina multiplicó su deuda externa, se desindustrializó, aumentó el paro, cayó el salario, se alentó la especulación financiera que posibilitó la fuga de capitales y se reprimió de forma salvaje a opositores y sospechosos de serlo. En ese cuadro de fragilidad económica, el general Roberto Viola reemplazó a Videla y Lorenzo Sigaut a Martínez de Hoz. “El que apuesta al dólar pierde”, dijo Sigaut, pero a los pocos días comenzó una devaluación que encareció la moneda norteamericana un 226%. Pero en aquel tiempo la población no protestaba. “La dictadura en 1976 había descabezado a las cúpulas sindicales y estudiantiles”, recuerda Rapoport. La inflación fue del 164% en 1981 y del 343% en 1982. Argentina cayó en su peor recesión hasta entonces desde la Gran Depresión de la década del 30. La situación social se deterioró tanto que, finalmente, la peronista Confederación General del Trabajo (CGT) organizó el 30 de marzo la primera huelga contra el régimen. Tres días después, el entonces dictador Leopoldo Galtieri ocupó con sus tropas las islas Malvinas, después de 149 años de ocupación británica, y la protesta sindical se diluyó. Dos meses más tarde, Argentina perdió la guerra por el archipiélago y, más endeudada que antes, dejó de pagar parte de sus obligaciones. La crisis de la deuda se extendía por toda Latinoamérica, con epicentro en México.

La elevada inflación, el alto endeudamiento y la depreciación de la moneda argentina continuaron en democracia. En el Gobierno del radical (centrista) Raúl Alfonsín (1983-1989), solo en 1986 la inflación bajó del 100% anual. Los salarios se cobraban por quincena y hasta los obreros compraban dólares con parte de su nómina para que sus ingresos no perdiesen valor en las dos semanas que separaban una paga de la otra. Pero la situación se desmadró en 1989, cuando estalló una hiperinflación del 3.079% anual. El dólar subió el 2.038% y se consolidó como refugio de los argentinos que podían comprarlo. Los precios en los negocios cambiaban entre la mañana y el mediodía. Entonces, en los barrios populares ocurrieron saqueos de supermercados. Algunos dirigentes de izquierda fueron detenidos como supuestos organizadores de los desmanes. El 38,2% de los hogares se hundió en la pobreza. Así como la dictadura provocó el exilio político de miles de argentinos, en aquella hiperinflación muchos otros migraron por motivos económicos a Europa o EE UU.

El pueblo castigó al radicalismo en las urnas y votó al peronista Carlos Menem como presidente en mayo de 1989. Menem, que cambió la doctrina de su partido por la neoliberal, no pudo frenar la hiperinflación en 1990 (2.314%), pero sí a partir de 1991. La receta del nuevo jefe de Estado incluyó la confiscación de los depósitos a plazo, a cambio de los cuales recibieron títulos públicos, y un plan de privatizaciones y ajuste del Estado que fue aceptado con bastante pasividad por el sindicalismo peronista.

El Gobierno de Menem (1989-1999) dejó otra herencia de alto endeudamiento externo, casi sin inflación, pero con un desempleo que rondaba el 15%, con años de una moneda sobrevalorada, que se encontraba atada al dólar desde 1991. Aquella apreciación afectó al campo y la industria. A lo largo de los 90 comenzaron a repetirse los piquetes de parados en las carreteras de Argentina. En el Gobierno del radical Fernando de la Rúa (1999-2001) se intensificaron. De la Rúa aplicó sus ajustes fiscales, incluida la bajada de las pensiones y los salarios. Se negaba a devaluar el peso o a suspender pagos de la deuda, pese a la pérdida de competitividad de la economía y al peso de los pasivos.

Ante el temor de una devaluación, los argentinos con más información financiera, los más ricos y algunos de clase media, retiraron sus dólares de los bancos argentinos a lo largo de 2001. Cuando el miedo se generalizó y los ahorradores se agolparon en las oficinas para también hacerse de los verdes, se hizo realidad el rumor extendido de una nueva confiscación de depósitos. En diciembre de aquel año, el ministro de Economía de De la Rúa, Domingo Cavallo - el mismo que había sido el de Menem entre 1991 y 1996 - dispuso el después bautizado corralito, con lo que quedaron inmovilizados los depósitos a plazo y solo se podían retirar 250 dólares por semana de las cajas de ahorro. La medida hundió aún más la economía, reaparecieron los saqueos de supermercados, los ahorradores comenzaron a protestar en las oficinas de bancos - que protegieron sus escaparates de vidrio con persianas metálicas -, los piquetes se renovaron y la clase media protestó con sus cacerolazos. De la Rúa decretó el estado de sitio el 19 de diciembre de 2001, el pueblo no lo acató y las fuerzas policiales reprimieron y mataron a 39 personas. El presidente tuvo que dimitir al día siguiente en medio del descontrol político, social y económico.

El Congreso designó como presidente a un peronista, Adolfo Rodríguez Saá, que duró una semana, en la que suspendió los pagos de la deuda. El 2 de enero de 2002 asumió la jefatura de Estado otro peronista, Eduardo Duhalde. Fue él quien devaluó la moneda, con lo que el dólar se apreció 241% y se acabaron los años de inflación baja al llegar al 41%. Los depósitos a plazo fueron canjeados otra vez por títulos públicos. La pobreza alcanzó al 42,3% de los hogares. La depresión económica de 1998-2002 fue peor que la del 30. Se habló entonces del hiperdesempleo (21,5%). Otra vez los argentinos comenzaron a formar filas en las embajadas de España o Italia para recuperar la nacionalidad de sus antepasados y marcharse.

La devaluación de enero de 2014 no tiene las dimensiones de las de 1975, 1981, 1989 o 2002. El dólar se encareció el 23%. La inflación, que hasta diciembre era del 27,5% anual, está en ascenso tras la depreciación del peso. En 2012, el 15% de los hogares era pobre en Argentina. El paro es del 6,8%. Analistas críticos del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner descartan que esta vez se suspendan pagos de la deuda del país - que se redujo durante casi once años de kirchnerismo - o que se congelen los pocos depósitos en dólares que hay, pero temen menor actividad económica (el PIB creció el 3,1% en los primeros nueve meses de 2013), más paro, inflación y devaluación y hasta conflicto social.

Finalmente, el autor concluye con las dos posibles posturas que explican la crisis cambiaria en Argetina:
  1. La crisis, ha sido precedida por años de crecimiento industrial y de las importaciones, pero considera que esta vez la depreciación del peso ha sido provocada por un "golpe de mercado" de los exportadores agrícolas que se niegan a liquidar sus granos por las expectativas de una mayor devaluación, que los llevaría a cobrar más pesos por los dólares cobrados.
  2. Economistas críticos del Gobierno no atribuyen la actual devaluación a la especulación de los exportadores sino a la apreciación real (ajustada por inflación) del peso en el periodo entre 2007 y 2012, la inflación superior al 20% anual desde entonces, la cancelación de deuda externa con reservas del Banco Central y el déficit comercial en los sectores energético, turístico e industrial.
Como se puede apreciar, la primera explicación, responde a intereses políticos dentro del país, en cambio, la segunda que es por la cual yo me inclino, responde a cuestiones meramente económicas y más reales en este caso.

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